Ahora hablaremos de otro tema que también es importante para nosotros, "La Alianza para el Progreso" fue un programa de
ayuda económica, política y social de EE. UU. Que
ayudaría a las reformas para el desarrollo de América Latina, principalmente en
proyectos de vivienda, salud, educación y empleo.
Efectuado
entre 1961 y 1970, su origen está en la
propuesta oficial del presidente John F. Kennedy,
en su discurso del 13 de marzo de 1961 ante una
recepción en la Casa Blanca para
los embajadores latinoamericanos.
Fue un plan político disfrazado como programas
sociales y económicos dirigido a frenar el avance de la Revolución Cubana en
América Latina y fue aprobado por la Organización de Estados Americanos
(excepto Cuba, cuyo representante era el Argentino Ernesto C Guevara “CHE”) el 17 de agosto de 1961, en la conferencia que
tuvo lugar en Punta del Este (Uruguay), a instancias del presidente
estadounidense John Fitzgerald Kennedy. El hecho de que Cuba no firmara
finalmente el acuerdo fue motivado por la esencia del mismo, que pretendía
fundamentalmente evitar la extensión de los principios políticos que pudiera
aportar al resto de Latinoamérica la triunfante Revolución Cubana liderada por
Fidel Castro.
La
Alianza para el Progreso duraría 10 años. Se proyectó una inversión de 20.000
millones de dólares. Sus fuentes serían de los EE.UU. por
medio de sus agencias de ayuda y las
agencias financieras y el sector privado canalizados a través de la Fundación Panamericana de Desarrollo.
El plan del Presidente Jhon F. Kennedy estimaba que
lograría frenar el avance de la Revolución Cubana, tenía el nefasto objetivo de profundizar la
dependencia económica, política y social que le permitía mantener el control
sobre los recursos naturales de estos países.
El Presidente Kennedy tenía como aliados
incondicionales a los Presidentes de: Venezuela, Brasil, Argentina, Perú, Chile
y Colombia quienes se convirtieron en
voceros del Gobierno Norteamericano y soportes de la dependencia de América
Latina. Se conformaron con programas supuestamente dirigidos a impulsar la
reforma Agraria, modernización de las comunicaciones, acceso a la vivienda,
mejoras en las condiciones sanitarias, planes de educación y cooperación
monetaria, dejando las puertas abiertas a la dominación Norteamericana, apropiándose
de nuestros recursos naturales y violentando nuestra Soberanía Nacional con
planes de penetración a través de la educación y el proceso de
transculturización.
De la “Alianza para el Progreso” solo se recuerda
la dadiva alimentaría que se repartía por medio de la iglesia católica y solo
sirvió para mitigar el hambre de un día que posteriormente se transformó en
pobreza estructural.
La “Alianza para el Progreso” devino en estruendoso
fracaso para los Gobiernos Latinoamericanos y los EEUU logró su objetivo de
aislar a Cuba.
El Presidente de los EEUU, George W. Bush, pretendio reciclar la vieja estrategia de Kennedy impulsando una nueva “Alianza para el Progreso”, con inversión de 75 millones de dólares a ser ejecutados en 3 años en Programas Sociales y atención a la pobreza.
La nueva “Alianza para el Progreso” promete una cifra irrisoria para los grandes problemas de América Latina y se contradice con la cuantiosa Deuda Externa que mantiene frenadas las economías de nuestros países.
El objetivo de Bush es frenar el avance de la Revolución Bolivariana y su influencia países de América Latina. El objetivo de Bush es frenar todas las formas de integración social, económica, política y cultural que se desarrollan en América Latina, y así mantener la dependencia apropiación de nuestros recursos naturales y perpetuar a la Soberanía Nacional con una globalización, convirtiendo a cada hombre y cada país en vulgares mercancías que circulan en un mercado de valores, bienes y servicios controlado por el Gobierno Norteamericano.
En los primeros años las donaciones que cubrían el déficit fiscal y permitían el pago de salarios, hicieron al país extremadamente dependiente de la ayuda externa. Como contraparte Washington obligó a Bolivia a pagar la deuda externa cesante desde 1931.
El Presidente de los EEUU, George W. Bush, pretendio reciclar la vieja estrategia de Kennedy impulsando una nueva “Alianza para el Progreso”, con inversión de 75 millones de dólares a ser ejecutados en 3 años en Programas Sociales y atención a la pobreza.
La nueva “Alianza para el Progreso” promete una cifra irrisoria para los grandes problemas de América Latina y se contradice con la cuantiosa Deuda Externa que mantiene frenadas las economías de nuestros países.
El objetivo de Bush es frenar el avance de la Revolución Bolivariana y su influencia países de América Latina. El objetivo de Bush es frenar todas las formas de integración social, económica, política y cultural que se desarrollan en América Latina, y así mantener la dependencia apropiación de nuestros recursos naturales y perpetuar a la Soberanía Nacional con una globalización, convirtiendo a cada hombre y cada país en vulgares mercancías que circulan en un mercado de valores, bienes y servicios controlado por el Gobierno Norteamericano.
En los primeros años las donaciones que cubrían el déficit fiscal y permitían el pago de salarios, hicieron al país extremadamente dependiente de la ayuda externa. Como contraparte Washington obligó a Bolivia a pagar la deuda externa cesante desde 1931.
Dos
grandes fracasos marcaron el fin del proyecto: dos de los países que habían
recibido la mayor ayuda, sufrieron rupturas institucionales: Brasil, con el
golpe de Estado de 1964 que inauguró un período dictatorial de 20 años, y
República Dominicana, invadida en 1965 por fuerzas de infantes de marina de los
Estados Unidos
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